Como vimos en artículos anteriores, el establecimiento de ejes y planos imaginarios nos puede servir como punto de referencia para poder denominar los distintos movimientos articulares.
Aunque en la mayoría de los casos el movimiento real no es tan geométrico, cada uno de estos planos nos sirve para poner nombre a los movimientos que se producen o son visibles desde él, lo que nos sirve para distinguirlos de otros a la hora de comunicárselo a alguien.
Por otro lado, las limitaciones en el movimiento humano están descritas en función de la movilidad posible de cada articulación en cada plano, así como por los grados de movimiento en los que se puede realizar.
Decimos grados, porque el movimiento articular es siempre angular, es decir describe un ángulo y esto se mide en grados. La articulación siempre fija un extremo del hueso, respecto al que se desplaza angularmente el hueso para cambiar la posición del otro extremo, describiéndose un ángulo.
Al ser de rotación se pueden distinguir dos movimientos, en un sentido y en el contrario, y es por eso que en cada plano siempre nos encontramos dos tipos de movimiento, similares en dirección y de sentido contrario.
Así en el plano sagital, aquel en el que podemos contemplar el cuerpo lateralmente, de perfil, nos encontramos en cada una de las articulaciones móviles en dicho plano con un movimiento de flexión y otro inverso de extensión.
Tradicionalmente se denomina flexión a aquellos movimientos producidos en el plano sagital en los que se tienden a aproximar los extremos libres (los que no articulan juntos) de los huesos en contacto.
Con esta definición es muy fácil distinguir el movimiento de flexión en el codo, la rodilla, la cadera, pero hay algunos casos en los que esto no se ve con tanta claridad ….
El movimiento de extensión
En consonancia con lo dicho para la flexión, la extensión en términos generales se puede definir como el movimiento realizado en el plano sagital en el que se tienden a separar los extremos libres.
Pero si nos fijamos por ejemplo en la articulación del hombro, observamos que el brazo permanece pegado al cuerpo en la posición de descanso lo que complica la distinción de ambos movimientos.
Así cuando elevamos los brazos hacia arriba, por ejemplo al impulsarnos para saltar resulta más fácil decir que “extendemos los brazos hacia arriba”, ya que el movimiento es de separación y porque se va a realizar con una cierta violencia, como si de un lanzamiento se tratase.
Sin embargo, esta acción está tipificada como un movimiento de flexión, mientras que el movimiento de retorno hacia abajo, incluso cuando lo prolongamos llevando los brazos hacia atrás se denomina de extensión.
Por tanto, estas definiciones de flexión y extensión nos pueden servir para los movimientos de las extremidades, salvo el movimiento del hombro, el cual tal vez se pueda relacionar con los del tronco.
En el caso del tronco, curiosamente se denominan como movimientos de flexión a todos aquellos en los que el desplazamiento corporal se realiza hacia delante, mientras que son considerados como de extensión, aquellos movimientos en los que los elementos movilizados se desplazan hacia atrás.
Como excepción a esto tendríamos la flexión de brazos prolongada por detrás de la cabeza, pero un movimiento no va a cambiar de nombre por superar la línea media.
En el caso de la articulación de la muñeca, el movimiento de flexión es aquel que permite encadenar la cadena flexora del brazo (dedos, muñeca, codo), lo que se corresponde con la aproximación de la palma de la mano hacia el antebrazo, mientras que la extensión se produce cuando tratamos de acercar el dorso hacia el antebrazo.
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