Perder peso andando es una alternativa muy útil para aquellas personas que quieran bajar de peso y encuentren dificultades o falta de voluntad a la hora de emprender un programa de entrenamiento. En este sentido, adelgazar andando es posible incorporamos la marcha como hábito.
Tabla de Contenidos
Vida sedentaria y acumulación de peso
Nuestro estilo de vida sedentario, y la mala alimentación, han provocado un aumento de los índices de obesidad en la población en los últimos tiempos. Esta forma de vida tan estática ralentiza nuestro metabolismo y no nos permite consumir el inmenso caudal calórico que absorbemos a través de la alimentación. Este excedente calórico se va acumulando en forma de grasa en nuestro cuerpo y provoca un progresivo aumento de peso. Bajar peso caminando puede ser la fórmula más apropiada si el aumento de peso limita tu capacidad para desplazarte corriendo.
Caminar es nuestro modo de locomoción básico
Caminar es nuestro modo de locomoción básico, y estamos adaptados para realizar esta actividad durante horas. Nuestro cuerpo también está preparado biomecánicamente para desplazarnos corriendo, aunque solo podemos practicar esta actividad con solvencia si nos encontramos en nuestra mejor condición física.
El homínido es un animal de excepcional resistencia
Nuestros antepasados, los homínidos, consiguieron sobrevivir gracias a su capacidad para soportar tareas de larga duración a baja intensidad. Entre otras cosas, los homínidos destacaron por su capacidad para caminar o correr durante horas, lo que les permitió acometer grandes migraciones intercontinentales, y ser capaces de capturar a otros animales más rápidos para alimentarse, aprovechando su enorme resistencia para llevar a estos hasta el agotamiento.
Termorregulación como ventaja respecto a otros animales más rápidos
A través de lo que se conoce como caza de persistencia, perseguían al animal de las horas más calurosas del día para provocar en ellos la fatiga y el sobrecalentamiento corporal. Los homínidos compensaban su falta de velocidad respecto a otros animales con su capacidad para regular su temperatura corporal.
Nuestra piel presenta poco pelo y está ampliamente poblada de glándulas sudoríparas en toda su superficie. Muchos cuadrúpedos presentan un pelaje más poblado, que facilita la retención del calor, y apenas pueden regular su temperatura corporal a través de la boca y del mecanismo del jadeo, por lo que están mucho más limitados que nuestra especie para termorregularse. Con la persecución se obligaba a la presa a mantenerse activa, sin poder detenerse para descansar y equilibrar su temperatura, lo que las llevaba al colapso.
Uso de la grasa acumulada en tareas de larga duración
Por otro lado, el ser humano ha evolucionado para usar principalmente la grasa acumulada como fuente de energía, algo también necesario para poder sostener un esfuerzo durante horas. El metabolismo de las grasas nos puede aportar energía durante horas, pero solo puede suministrarnos esta energía si el esfuerzo se realiza de manera aeróbica y a una intensidad muy baja, por lo que estas persecuciones no tenían que realizarse a mucha velocidad, y probablemente mediante relevos.
En este sentido, los depósitos de grasa representaban una ventaja para nuestros antepasados, ya que les permitía realizar esfuerzos de larga duración. Sin embargo, actualmente se han convertido en un problema, ya que nuestra forma de vida no requiere las mismas reservas energéticas, y por eso tendemos a acumular calorías. En el pasado nuestro problema era conseguir energía, y actualmente quemar calorías para liberar esta energía.
El ejército romano y sus grandes caminatas
Otra prueba de nuestra enorme resistencia para desplazarnos a pie andando la encontramos en la capacidad que mostró el ejército romano para recorrer caminando grandes distancias. El legionario romano conseguía recorrer en su período de instrucción unas 24 millas romanas, unos 36 kilómetros, en unas cinco horas; normalmente cargados con unos 50 kilogramos de equipo, armadura y armas. Con estas marchas, los legionarios romanos no intentaban perder peso caminando, sino mejorar el desplazamiento de sus ejércitos.
¿Andar o correr?
Nuestro cuerpo está preparado para realizar estas dos actividades si consideramos sus capacidades. Sin embargo, andar es una actividad que está al alcance de todos mientras que el uso de la carrera está mucho más limitado, al ser una actividad más exigente.
La carrera de larga duración. La maratón
La leyenda de la batalla de Maratón cuenta que Filipides falleció tras correr la distancia necesaria para entregar su mensaje, y aunque esto es un hecho que queda en el marco de esta leyenda, lo cierto es que la maratón moderna también implica un riesgo real para la salud. Correr una maratón puede potenciar cualquier problema latente de salud que pueda ser susceptible de empeorar a partir de este sobreesfuerzo, especialmente los de tipo cardíaco. De hecho, tras correr una maratón necesitamos un descansar bastante tiempo para recuperarnos adecuadamente, y desde luego para volver a repetir la experiencia.
Andar necesita poca especialización
En cualquier caso, las personas pueden aumentar su capacidad para correr más distancia y más rápido gracias al entrenamiento, mejorando su fuerza, resistencia y técnica de carrera; pero esto supone una adaptación concreta a esta actividad, y con ello una especialización respecto a esta actividad que puede ser esencial para un deportista en algunas disciplinas deportista, pero que igual no es tan necesaria para la mayor parte de gestos y movimientos en los que puede participar nuestro cuerpo al realizar deporte o trabajar.
En cierto modo, el precio de la especialización en la carrera es que puede incluso disminuir o atrofiar nuestra capacidad para otro tipo de actividades; e incluso provocarnos algún tipo de lesión muscular o articular si enfocamos mal nuestro entrenamiento. En este sentido, entrenamiento sostenido de la carrera provoca ciertos desequilibrios musculares, ya que tiende a desarrollar ciertos músculos, mientras que otros tienden a debilitarse; por lo que se hace conveniente realizar un programa de ejercicios compensatorios para reducir estos desequilibrios si entrenamos habitualmente la carrera.
Por su parte, andar como modo de entrenamiento no requiere de una especialización, salvo que quieras buscar el máximo rendimiento deportivo en la disciplina atlética de marcha. La técnica de la marcha atlética potencia al máximo los recursos del cuerpo para desplazarnos con velocidad andando, exagerando los gestos y mostrando una imagen forzada y antinatural. Pero esto no resulta necesario si queremos adelgazar caminando. En este sentido, no necesitamos entrenar el movimiento para mejorarlo, ni fortalecer ningún grupo muscular determinado para mantenernos libres de lesiones. Solo tenemos que ponernos a andar, y así aprovecharnos de las ventajas que nos ofrece.
Exigencia para nuestro cuerpo
Por otro lado, la carrera es una actividad muy exigente para nuestro aparato locomotor, y no solo puede derivar en lesiones con cierta facilidad como he hemos comentado antes, sino que requiere a nuestro cuerpo encontrarse en su mejor estado. En este sentido, con el paso de los años nos vamos a sentir cada vez más limitados para desplazarnos corriendo, llegando incluso a no poder correr cuando empezamos a alcanzar edades avanzadas.
Sin embargo, caminar es la actividad que vamos a poder realizar a lo largo de nuestra vida mientras nos podamos mantener de pie. Siempre vamos a encontrar la manera de ajustar el modo de andar a nuestras posibilidades reales sin necesidad de realizar ningún trabajo preparatorio, por lo que se adelgaza caminando en todas las fases de nuestra vida.
Como quemar grasas andando
Como decía aquel dicho popular, “la solución está en el entorno”, y si seguimos esta premisa quizás se puede encontrar en la acción de caminar una solución a nuestros problemas de peso, ya que andar nos ofrece la posibilidad de realizar una actividad siempre que queramos, sin necesidad de preparación, y sostenerla durante el tiempo que consideremos necesario a casi cualquier edad. Del mismo modo, no precisa ningún material externo y no implica un gasto económico, por lo que no nos ofrece muchos obstáculos a su puesta en práctica, y puede que por eso caminar sea una actividad menos valorada.
La pérdida de peso se nos ha planteado como un problema de difícil solución, que solo se puede afrontar con actividades de cierta exigencia y con la ayuda de dietas restrictivas, pero esto solo nos garantiza mejoras a corto plazo que pueden fácilmente desvanecerse si volvemos a nuestros anteriores hábitos a consecuencia del agotamiento físico o mental, porque estos sacrificios requieren de una enorme fuerza de voluntad.
Sin embargo, andar nos permite sostener nuestro programa de entrenamiento en el tiempo, si lo adoptamos como hábito de vida; y nos resultaría más fácil estabilizar los resultados, al margen que estos serían más significativos a largo plazo, porque los resultados pueden ser significativos si se acumulan pequeñas mejoras a lo largo de un período largo de tiempo. Si sostenemos una pérdida de 100 gramos a la semana, podemos acumular una pérdida de peso de 5 o 6 kilogramos al año, que son relevantes si este peso se ha perdido sin esfuerzo.
La clave de la mejora está en la continuidad
Adelgazar caminando se puede conseguir si somos constantes en la práctica, pero a fin de cuentas, este requisito es fundamental si queremos perder peso con cualquier actividad física. Con el entrenamiento diario tenemos que quemar calorías para así contrarrestar el exceso de calorías que podamos acumular con la alimentación diaria, en lo que se puede considerar como un balance energético.
Si este resultado es favorable, y quemamos más calorías que las ingeridas, perderemos peso; y si no es así, quizás no lo percibiremos en la báscula, pero siempre nos va a servir para quemar una parte de las calorías acumuladas, y con ello a limitar la tendencia a acumular peso. Por otro lado, no hay que olvidar los efectos benéficos que la marcha a pie va a producir en nuestro sistema cardiovascular y en nuestro aparato locomotor.
Como adelgazar andando. Aprovecha cualquier oportunidad para andar y moverte.
El entrenamiento para la estabilización y/o pérdida de peso no habría que enfocarlo como una cuestión de “todo o nada”, como una empresa que acometemos antes del verano, o cuando nos asustan los números de la báscula, o los resultados de la analítica que nos realiza el médico. Más bien se trata de una “carrera de fondo”, en la que tenemos que intentar sostener siempre un nivel de actividad física moderada que nos permita evitar las consecuencias del sedentarismo extremo.
En este sentido, si no tenemos ganas de entrenar para perder peso, al menos podemos evitar engordar más de lo necesario, gracias a esta actividad que más que sacrificada, puede resultarnos más bien placentera y beneficiosa para nuestro estado de ánimo.
La respuesta a como adelgazar caminando siempre está en la continuidad, la cual se consigue aprovechando cualquier oportunidad que tengamos para andar, porque no es necesario pasear durante 30 o 60 minutos para poder obtener algún beneficio de nuestro paseo. Si solo pensamos que nos van a servir los paseos prolongados y despreciamos los cortos, terminaremos por no salir la mitad de los días, ya que si no es útil este paseo ¿para qué salir?
Todo lo que hagamos en este aspecto va a sumar. Hay que entender que si bien acumulamos peso a consecuencia de lo que hacemos a lo largo de todo el día, tendremos que intentar perder peso a lo largo de todo el día, y no solo con lo que hagamos durante 1 o 2 horas al día.
Sería interesante empezar introduciendo el paseo en nuestra vida cotidiana, evitando el coche cuando no sea necesario, subir escaleras en lugar de coger el ascensor, o incluso salir a dar un paseo a la calle cuando hablamos por teléfono. Aquellas personas que sacan a pasear su perro todos los días cuentan con una gran oportunidad para mantenerse activo y, así contribuir también a quemar calorías andando.
Por favor, anda.
Sin comentarios