En las pruebas de natación, excepto en las que se nada de espalda y la prueba de estilos, se comienza desde fuera del agua.
Se parte de una posición estática en lo alto de un poyete. Los jueces indican la salida, y es el momento en el que podemos saltar para introducirnos en el agua.
El objetivo de la salida de natación es la de pasar de la posición de salida fuera del agua al nado de la forma más fluida. Nos interesa, además, recorrer la máxima distancia posible, pues de esta manera el desplazamiento es más rápido y ahorramos energía de nado que necesitaremos más tarde.
Para conseguirlo, hay que generar el menor rozamiento posible con el agua, tanto al entrar como al deslizarnos por debajo.
Este rozamiento nos frenaría, y nos obligaría a empezar a nadar casi desde parado, con gran pérdida de tiempo hasta que se alcanza la velocidad que deseamos, así como de energía.
La técnica de salto al agua, por eso, está orientada a saltar lejos, y entrar en el agua de la manera más hidrodinámica posible.
Por eso vamos a dividir la salida en varias fases, que hay que desarrollar técnicamente para poder mejorar la ejecución en su conjunto.
1. Posición de salida: En el poyete nos tenemos que colocar de una manera que nos de la máxima estabilidad y adherencia para impulsarnos. Se puede partir con las dos piernas juntas, o con una adelantada.
Al querer impulsarse desde esta posición podemos dudar de la adherencia en el poyete, por lo que adelantar un pie nos va a dar más seguridad. Las manos se sujetan en la parte adelantada del poyete y nos ayuda a impulsarnos.
La cabeza mira hacia abajo, por lo que para salir, nos tenemos que guiar por el estímulo sonoro. Es muy importante no hacer nulos en esta prueba.
Para una buena respuesta es fundamental una gran concentración, para saber distinguir con más facilidad el estímulo al que tenemos que reaccionar.
Para salir, nos lanzamos hacia delante y arriba tras empujar el poyete hacia atrás con pies y manos. Al abandonar el poyete, hay que extenderse totalmente con los brazos estirados por encima de la cabeza.
2. Vuelo: Buscamos mantener la altura conseguida el máximo tiempo posible con el cuerpo en tensión. Para esto, mantenemos la cabeza baja y los brazos estirados con las manos pegadas, colocando una sobre otra.
Los brazos presionan la cabeza, justo sobre las orejas. También apretamos las piernas entre sí, y mantenemos los pies extendidos. Nuestro cuerpo está tenso y en una posición que ocupa su máxima longitud.
3. Entrada en el agua: Esta tensión hay que mantenerla para entrar bien en el agua. Hay que procurar entrar en el agua en el menor espacio posible, evitando los planchazos que a parte de salpicar mucha agua, y dejarnos la tripa colorada nos frenan en seco, con lo que no hay deslizamiento.
Nos puede ayudar la idea de introducirnos totalmente por un aro, para procurar salpicar lo menos posible. Es importante mantener la tensión en el cuerpo en todo momento para entrar totalmente recto.
Si no hay tensión, corremos el riesgo de flexionar o separar las piernas, entre otras cosas, lo que nos puede frenar.
Por otro lado, es importante mantener la barbilla pegada al cuello para evitar que se nos puedan quitar las gafas, o que pueda entrar agua en su interior por la presión directa del agua sobre la cara.
4. Deslizamiento: Dentro del agua, tenemos que evitar hundirnos excesivamente, y hay que buscar el deslizamiento hacia delante.
El impulso hay que aprovecharlo manteniendo la postura. Si intentamos dar alguna brazada nos puede frenar en seco. No hay que comenzar a nadar hasta que no entendamos que frenamos.
Concluímos el análisis de la técnica. Este gesto es bastante complejo, y entraña ciertos riesgos si no se ejecuta bien y con prudencia. Por eso, más adelante hablaremos sobre como aprenderlo.
Riesgos en el salto
El salto al agua es un ejercicio que presenta una importante dificultad, especialmente si queremos buscar una buena transición hacia el nado veloz. Por otro lado, hay que tomar ciertas precauciones en la práctica porque implica ciertos riesgos.
En el nado recreativo, el salto al agua es una de las actividades más divertidas, y se utiliza mucho como juego tanto en piscina, como en pozas y bañeras naturales.
Muchos saltos acrobáticos y de cabeza han derivado en episodios de parálisis permanente, tras lesiones cervicales producidas por una mala caída.
Lo más grave del asunto es que no se precisa caer de una gran altura para que se produzcan estas situaciones. Tan sólo una mala entrada o un golpe de la cabeza en el fondo de la piscina nos puede producir estas lesiones. Es por eso, que en las piscinas normalmente esté prohibido el salto de cabeza.
En los saltos de piscina, el problema normalmente está en entrar con la cabeza por delante. Si saltamos con los brazos por encima de la cabeza, estos serán los primeros en contactar con el fondo y podrían amortiguar el impulso, si la caída fuera defectuosa, por eso va a ser la principal precaución.
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