Los lanzamientos son movimientos que intentan sumar todos los recursos motrices que el deportista puede desarrollar, para aplicar el máximo impulso posible a un objeto y enviarlo lo más lejos posible.
En los lanzamientos por eso existe una zona en la que el lanzador puede generar esta fuerza y una zona de lanzamiento, adonde tiene que dirigir el artefacto.
Estas áreas están delimitadas por una estrecha marca, que indica el lugar a través del cual tenemos que pasar el objeto, y también el límite que el lanzador no tiene que superar.
Sería bastante peligroso que el artefacto pudiera salir en cualquier dirección, sobre todo cuando en algunos lanzamientos se alcanzan distancias bastante considerables (en jabalina se rondan los 100 metros), aparte que si no existe un límite para el lanzador, no se podrían clarificar los puntos de medida.
Estos dos aspectos marcan las normas generales de los lanzamientos. No pasarnos del límite y ser capaz de dirigir el objeto hacia donde nosotros queramos.
Estas normas lo que nos dicen es que el lanzamiento no es una simple aplicación bruta de la fuerza, y que tenemos que tener un control y dominio de este impulso.
Cada una de las cuatro disciplinas de lanzamiento tiene unas características propias que los diferencian.
La naturaleza del artefacto obliga a realizar una mecánica de lanzamiento diferente, pero todos los lanzamientos en su ejecución pasan por una serie de fases. Estas fases se repiten en todos los lanzamientos y es algo que tienen en común.
Fases de un lanzamiento
– Fase preparatoria. Es la primera toma de impulso. Se busca alcanzar una gran fuerza de inercia desplazando y moviendo todo el cuerpo, para luego transferirla al impulso del lanzamiento.
Se puede realizar de múltiples maneras, y en atletismo se realiza por medio de balanceos, giros, pasos de carrera, etc.
La entrega y violencia en esta toma de impulso va a depender de la capacidad que el deportista tenga para dominar y canalizar esta fuerza posteriormente.
De nada sirve girar o desplazarnos muy rápido si este impulso no puede aplicarse por entero al lanzamiento.
En cualquier caso, como se aplica todo el peso del cuerpo en esta toma de impulso, éste va a ser muy grande aunque se haga a baja velocidad.
Una aplicación desmedida puede derivar en un lanzamiento erróneo o nulo.
– Fase de aceleración: Tras la fase preparatoria el cuerpo se fija en el suelo, para establecer un punto de apoyo respecto al que se van a canalizar las fuerzas preparatorias, y así poder transferirlas progresivamente hacia los brazos y finalmente hacia el artefacto.
La aceleración se dirige de abajo hacia arriba, a través de las piernas, tronco, hombro y brazos, y la dirección la marca la de la fase preparatoria, pudiendo ser rotaciones o flexión desde una posición de extensión forzada.
A grandes rasgos podemos decir que el proceso por el que se genera gran impulso moviendo grandes masas corporales muy despacio, para transferirlo a una zona muy concreta que se lo va a transmitir al artefacto a gran velocidad.
– Fase final: Es el momento en el que el artefacto abandona las manos del lanzador. Toda la energía acumulada en el desplazamiento de la fase de aceleración se transmite al objeto que es lanzado con la máxima fuerza posible por el brazo que se mueve a la máxima velocidad.
Es muy importante para alcanzar la máxima distancia en el lanzamiento, que el objeto salga impulsado con una cierta inclinación de su trayectoria respecto al suelo.
Los ángulos de salida más favorables suelen estar entre los 35 y 45º y son aquellos en los que la componente horizontal o de distancia predomine respecto a la altura hacia la que se lanza.
Aunque lo más importante es la distancia horizontal, es imprescindible que se lance el objeto con la suficiente altura para que tenga tiempo de hacer todo su recorrido antes de caer al suelo por acción de la fuerza de gravedad.
– Fase de desequilibrio. Hay que controlar la fuerza con la que avanzamos hacia delante para no desequilibrarnos y avanzar hacia delante, con lo que incurriríamos en una falta nula.
Para esto podemos buscar una continuidad en el movimiento para ir decelerando el impulso sin tener que frenarlo bruscamente, lo que sería muy difícil de controlar.
En lanzamientos con giro (disco, peso, martillo), se suele continuar el giro haciendo un rápido cambio de pies. Hay un pie que siempre fijamos en la posición más adelantada para transferir toda la fuerza a partir de él, y otro más atrasado que es el que suele fijar la masa corporal de las piernas para que el cuerpo no se desplace, y lo haga sólo la energía del impulso.
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