La velocidad de reacción representa la capacidad de responder rápidamente a un estímulo determinado. Esta capacidad se manifiesta en un sinfín de situaciones, tanto deportivas, como cotidianas.
Los factores que intervienen en la organización de la respuesta varían según el tipo de situación. En este sentido, la velocidad de reacción se puede manifestar de dos formas:
– El tiempo de reacción simple. Este tiempo es el que podemos tardar en dar una respuesta decidida de antemano a un estímulo fijo (por ejemplo en una salida de tacos).
– El tiempo de reacción complejo: Representa el tiempo que podemos tardar en reaccionar a una situación imprevista eligiendo la respuesta que consideramos más apropiada sobre la marcha (por ejemplo cuando un boxeador elige una esquiva concreta ante un gancho de su contrincante).
El tiempo de reacción simple
En el tiempo de reacción simple se manifiesta la velocidad de reacción a un estímulo en su estado más puro, pues representa el tiempo que se tarda en enviar el mensaje de respuesta a un estímulo concreto.
No hay que decidir nada, pues el movimiento con el que respondemos esta perfectamente automatizado, y es la única respuesta con la que vamos a reaccionar.
El estímulo además es el mismo, y el rendimiento mejora si conseguimos eliminar los elementos que distorsionan la percepción del estímulo. La concentración, por tanto, cobra un gran interés.
Los atletas de alto nivel reaccionan más rápido que las personas normales y puede ser por el entrenamiento. Sobre como entrenar esta capacidad hablaremos más adelante.
La respuesta es más rápida cuando se trata de reaccionar ante estímulos sonoros, que en el caso de los visuales. Los receptores auditivos se estimulan mecánicamente y los visuales de manera química, de ahí que el tiempo de respuesta sea más largo.
El tiempo de reacción también va a ser más rápido si se trata de movimientos localizados que para aquéllos en los que tenemos que movilizar todo el cuerpo. Organizar una mayor masa corporal en la respuesta requiere más tiempo.
Como referencia podríamos decir que un corredor de velocidad de 100 metros promedia unos 0,12 segundos para responder con todo el cuerpo a un estímulo sonoro.
Vamos a citar los datos que aporta Mateyev (1977), apoyándose en los estudios de Cometti respecto a los tiempos de reacción:
ALTO NIVEL SONORA 0,05 – 010
LUMINOSA 0,10 – 0,20
NO ATLETAS SONORA 0,15 – 0,25 y más
LUMINOSA 0,20 – 0,35 Y MÁS
El tiempo de reacción complejo
Como ya hemos comentado, el tiempo de reacción complejo es el que se tarda en reaccionar a estímulos variables con respuestas que también hay que escoger.
Esta capacidad aparece en muchísimas actividades deportivas, especialmente en deportes de lucha, colectivos o adversarios, en las que tenemos que responder de una manera eficaz ante la acción del adversario (una finta, un golpe, etc), o de un estímulo que surge en la acción deportiva (la dirección de un balón, etc).
La característica fundamental de todas estas actividades es la incertidumbre que hay tanto en los movimientos que realizamos como en las situaciones que los provocan. Hay dos tipos de incertidumbre:
– Sobre la elección de la información: Perceptivo – anticipación.
– Sobre la elección de la respuesta: Decisión.
La dificultad para reaccionar a un movimiento depende de la cantidad de incertidumbres que se sumen. Puede ser respecto a la trayectoria de un objeto, su velocidad, el movimiento del contrario, etc. Y ante esto, las respuestas posibles entre las que tenemos que escoger las más adecuadas.
Tener que percibir más elementos y la elección de la respuesta adecuada alarga el tiempo de respuesta.
El tiempo de reacción complejo puede ser del orden de 0,25 y 1 segundo y puede aumentar si aumentan el número de alternativas entre las que escoger la respuesta.
Estos tiempos son demasiado largos ante situaciones que se van sucediendo a gran velocidad. Por eso, si no queremos llegar tarde a todos los sitios, hay que buscar recursos para poder reaccionar a tiempo y aquí es donde entra en juego la anticipación .
La anticipación
En los deportes colectivos, raqueta, lucha y en todas aquellas situaciones en las que tenemos que adaptarnos a cambios constantes con velocidad, tenemos que buscar fórmulas para que nuestras respuestas lleguen a tiempo y no queden desfasadas.
La única manera que tenemos de que nuestra respuesta llegue a tiempo es anticipando la respuesta.
Para trabajar la anticipación se observan los gestos del contrario buscando una serie de comportamientos y pautas que se repitan con regularidad. Si se conocen estos esquemas, se podrá adelantar en su reacción.
Los movimientos deportivos tienen dos fases en su puesta en práctica.
– Fase preparatoria: Es la fase en la que te posicionas y organizas el cuerpo para ejecutar el movimiento. Por ejemplo la carrera previa a tirar un penalti, en el caso de un futbolista.
– Fase de ejecución: Es la fase en la que se realiza la acción deportiva principal, a la que se supone que debemos dar respuesta. Siguiendo el ejemplo anterior, el golpeo del balón con el pie.
El deportista en su fase de aprendizaje aprende a estudiar cómo se preparan los movimientos de los contrarios y cuáles son las respuestas habituales.
Cuando el deportista es de alto nivel suele estudiar previamente los movimientos de los rivales con los que va a competir.
En la práctica, cuando el deportista distingue un gesto o movimiento determinado, ya puede intuir cuál va a ser la respuesta e inicie la respuesta al movimiento antes de tiempo para que llegue a tiempo y pueda coincidir con el elemento al que se quiere reaccionar.
El aumento de la experiencia permite reducir el número de elementos a observar para poder predecir la respuesta. Al disminuir el número de elementos a interpretar, se reduce el tiempo que se tarda en responder.
Un tiempo de respuesta reducido, unido a un alto nivel de acierto en la respuesta es el objetivo de todo deportista.
Por eso lo que muchas veces contemplamos como una rápida respuesta, es simplemente una consecuencia de la veteranía y experiencia del deportista.
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