El atletismo siempre se ha considerado como un deporte de gran dureza, y en el que sólo podían competir personas muy bien preparadas y con un alto potencial genético.
Las carreras de mediofondo y velocidad, requieren el desarrollo de todas las cualidades físicas, y esto requiere un entrenamiento muy duro e intensivo, que asusta a los posibles practicantes.
Pero las carreras de asfalto han demostrado ser más cercanas y accesibles al aficionado en general. Se celebran en las calles, y acogen en una misma carrera a todos los participantes, hombres, mujeres, aficionados y atletas más cualificados.
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¿Una prueba para todos?
La dificultad implícita en la maratón, está en su duración que hace que finalizarla, se convierta en un objetivo en sí mismo sin importar el tiempo realizado y sin tener que competir con nadie.
Es una prueba muy cooperativa, en la que nadie va a ser cuestionado por su rendimiento, y en la que es posible entablar amistades y compartir vivencias con los compañeros y con el resto de competidores.
El entrenamiento reposa fundamentalmente en el desarrollo de la resistencia aeróbica, un trabajo que sólo precisa una férrea voluntad para entrenar y correr.
Pero es fundamental, para no tener problemas que el organismo haya madurado totalmente y que se goce de un buen estado de salud.
Esta aventura atrae a mucha gente que quiere poner a prueba su fuerza de voluntad, superando este reto. Incluso se está poniendo de moda carreras más largas, como las de 100 km, los maratones de montaña, y por otro lado, las competiciones de triatlón, que están adquiriendo gran aceptación.
El crecimiento de la inquietud por la maratón, ha creado una alta especialización y el desarrollo de una amplia oferta de carreras y de material deportivo, así como de viajes para competir fuera de su localidad.
El corredor aficionado, está encontrando en la práctica y entrenamiento de la maratón, una auténtica forma de vida que le sirve para enfocar su tiempo libre.
El corredor de élite
Por lo general el especialista en maratón al más alto rendimiento surge de la evolución de los corredores de fondo (carreras de cross o 10.000 metros), que por su maduración como deportista de resistencia, pasa a competir en una prueba superior.
Al hacernos más mayores, todos tendemos a perder velocidad y potencia aeróbica (capacidad de hacer esfuerzos aeróbicos a la más alta intensidad), y esto afecta también a los corredores más entrenados.
Estos deportistas pierden competitividad en carreras rápidas de medio fondo y fondo, aunque se mantengan en un nivel de forma física y deportiva bastante elevado.
Sin embargo, la maratón permite competir al más alto nivel en una carrera que se caracteriza más por la resistencia, que por la velocidad del corredor. Es una opción muy válida y muy reconocida para prolongar la carrera deportiva de muchos corredores de fondo en el más alto rendimiento.
De hecho esta opción ha dado muy buenos resultados para muchos corredores que han llegado a ser campeones del mundo y olímpicos.
En cualquier caso, la dura competitividad hace que se vaya endureciendo la prueba, llegando a la distancia deportistas cada vez más jóvenes, que están marcando un nivel muy duro (se están alcanzando rítmos de competición que bajan de los 3 minutos el kilómetro).
Por otro lado, el corredor de resistencia tiende a aumentar progresivamente el volumen de su entrenamiento a lo largo de su carrera deportiva, hasta que alcanza una cantidad de entrenamiento que le permite preparar una distancia superior.
Esto hace que la transición a esta prueba no suponga un cambio tan duro y se pueda convertir en la evolución natural de su plan de entrenamiento.
El corredor popular
El corredor popular suele ser una persona que empieza a correr para mantenerse en forma y que tras cogerle gusto a la actividad decide enfrentarse al reto de acabar una maratón para poder enfocar su práctica en un objetivo concreto.
En principio no suele entrar en los planes del practicante el correr más rápido y si el aguantar más tiempo corriendo.
Este tipo de deportistas centran su entrenamiento en la carrera a ritmo suave y moderado, y apenas respaldan su preparación con algunos ejercicios de estiramiento y de fuerza.
Una preparación de este tipo no sólo limita la progresión de resultados en la prueba, sino que hacen que su condición física no evolucione de manera equilibrada, por lo que no se alcanza la armonía en las capacidades físicas y existe un mayor riesgo de lesión con la práctica.
En un entrenamiento es muy importante que el desarrollo de las capacidades sea equilibrado, al margen que esta prueba sea la máxima expresión de la resistencia aeróbica y de la obtención de energía para esfuerzos de larga duración.
Lamentablemente no solo no se valora suficientemente la dureza de esta prueba y las posibles repercusiones negativas para la salud, sino que la prueba se enfrenta con un nivel de forma física que no aporta las garantías necesarias no sólo para acabar la prueba con éxito sino para que el esfuerzo deteriore lo menos posible al organismo.
Por eso muchas personas se presentan a la prueba con una preparación escasa, en algunos casos de diez semanas y a pesar de eso consiguen finalizarla con éxito, pero en este tiempo no se prepara adecuadamente y la paliza se queda en el cuerpo.
Para el corredor popular el esfuerzo físico que implica la maratón puede llegar a ser más duro que para un corredor de elite. Al desplazarse a un ritmo más lento, su esfuerzo puede mantenerse por un tiempo que puede oscilar entre las tres horas para los más rápidos y las cinco horas para los más lentos, mientras que los corredores de elite tardan menos de dos horas y media.
Al margen del nivel de forma física, tanto los corredores populares como los de alto rendimiento en la medida que sostengan un esfuerzo físico por espacio de 4 horas, van a sufrir un desgaste de energía y de tejidos en su organismo similar, porque el organismo humano activa distintas vías de alimentación al esfuerzo o de obtención de energía en función de la duración de estos; Es decir, el cuerpo no entiende de kilómetros recorridos.
Si el corredor de alto rendimiento tuviera que correr una prueba de cuatro horas se desplazaría mucho más lento y acabaría mucho más castigado.
Por otro lado al tener una preparación muscular peor, sus articulaciones y estructuras musculares van a asimilar peor la carga física que supone la acumulación de impactos.
En este mismo sentido hay que contemplar que al correr más despacio, el corredor popular pierde más tiempo en cada apoyo en el suelo, por lo que la carga de peso transferida a las articulaciones es mayor que la sufrida por corredores más veloces, que al abandonar el suelo más rápido no llegan a cargar tanto el peso sobre el apoyo.
Cuando se corre más rápido la musculatura está más activa y se afloja menos en los apoyos por lo que absorbe la energía e impide que repercuta en los tejidos pasivos y en los huesos.
Si todas estas dificultades hacen más dura la carrera para un corredor popular, no debemos olvidar que además este tipo de corredor participa con un nivel más bajo de condición física, por lo que entendemos que esta prueba para ellos es mucho más dura.
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