La flexibilidad es una de las cualidades físicas fundamentales que tenemos que trabajar para mantener un buen nivel de condición física.
Todos asociamos la flexibilidad a la capacidad de movernos con soltura y de realizar movimientos con una cierta amplitud. Un gesto típico es el de flexionamos hacia delante con las piernas flexionadas, para ver si podemos tocar el suelo o los dedos de los pies.
Los deportes que implican gran amplitud en sus movimientos (lanzamiento jabalina, gimnasia deportiva, natación, etc), siempre han dado una gran relevancia al trabajo de la flexibilidad en sus programas de entrenamiento.
Sin embargo en el entrenamiento generalmente se ha dado más importancia al nivel de fuerza, resistencia y velocidad para el rendimiento deportivo, relegando la flexibilidad a un segundo plano, como ejercicio preparatorio en los calentamientos, o como medio de recuperación en las vueltas a la calma.
Y es que la flexibilidad se asocia con facilidad a la gimnasia suave y a las actividades orientadas hacia la salud, y muy poco a la potencia y al metabolismo energético por lo que no se le presta mucha atención.
Pero con el progreso de la ciencia y la cultura del entrenamiento se está dando cada vez más importancia a esta cualidad y no sólo para prevenir lesiones por sobrecarga, sino para alcanzar más rendimiento muscular.
El rendimiento muscular no sólo requiere un gran nivel de fuerza para contraerse con fuerza y/o velocidad, sino un buen nivel de coordinación para que el músculo trabaje con soltura, y de flexibilidad para que el músculo pueda trabajar aprovechando toda su amplitud natural, así como la de la articulación que moviliza.
Los 2 últimos factores, coordinación y amplitud de movimientos se desarrollan con el entrenamiento de flexibilidad, de ahí la importancia de esta capacidad.
Tabla de Contenidos
Movilidad articular y estiramiento muscular
La flexibilidad incluye 2 manifestaciones fundamentales para la preparación física: La amplitud del movimiento articular, y la capacidad del músculo para alargarlo al máximo.
La capacidad de movilizar voluntariamente la articulación en toda su amplitud fisiológica se denomina movilidad articular.
La movilidad articular la identificamos en los movimientos que exploran el recorrido máximo de uno de los movimientos posibles para una articulación, o la suma de todos (circunducciones o círculos con una articulación).
Para que una articulación pueda movilizarse en este sentido tiene que haber un equilibrio entre todos músculos que la movilizan, pues un músculo acortado o lesionado puede impedir el libre movimiento (por ejemplo las contracturas de la columna vertebral, que impiden la libre articulación de las vértebras).
La capacidad de alargar un músculo al máximo dentro de sus límites naturales es lo que identificamos como estiramientos. Afecta al músculo, tendones, ligamentos e incluso la piel, aunque la parte más elongable es el músculo.
Esta capacidad se puede aislar en un músculo, aunque normalmente al estirar incidimos sobre una cadena de músculos que colaboran en un movimiento (por ejemplo cuando estiramos la parte posterior de las piernas, que alongamos varios músculos).
A veces se habla de elasticidad muscular, pero este término se puede confundir fácilmente con el efecto de muelle o resorte que los músculos aplican por ejemplo en el salto o en la carrera.
Factores que influyen
La mayor dificultad que encontramos al querer realizar un movimiento de flexibilidad, es la rigidez muscular. Al querer estirarnos, ponemos duros los músculos que estiramos y los contrarios, convirtiendo el estiramiento en un ejercicio de fuerza con el que vencemos la resistencia que nos ofrece la musculatura contraída. Esto es independiente de que el músculo esté más acortado o no, y forma parte de la coordinación que tengamos.
La capacidad de relajar todos los músculos que no intervengan en un movimiento es un aspecto de la coordinación que hay que desarrollar para liberar a nuestra musculatura y permitirla desarrollar los movimientos más amplios.
La relajación está directamente relacionada con la respiración. Cuando la respiración es profunda y relajada, se activan resortes que permiten relajar la musculatura, por eso es muy importante coordinar el estiramiento con la respiración.
En esta perspectiva, vamos a convertir el estiramiento en un movimiento de coordinación por medio del cual vamos a buscar la relajación de la musculatura, para que al reducir todas las resistencias externas al movimiento, podamos estirar el músculo en su máxima amplitud.
La temperatura es un elemento esencial en el entrenamiento de la flexibilidad. El frío aumenta la viscosidad muscular y perjudica este tipo de trabajos. Por eso es fundamental realizar un buen calentamiento previo para que la musculatura esté perfectamente activada y poder alargarse en las mejores condiciones porque el estiramiento no deja de ser un acto agresivo para la musculatura, por muy tranquilo y estático que sea.
En este sentido también tenemos que procurar un entorno cálido para trabajar en calma y para ello hay que buscar lugares con buena temperatura y en su defecto estar muy bien abrigados.
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