Es curioso comprobar como una persona delgadita y aparentemente frágil muchas veces es capaz de realizar más flexiones de brazos (dominadas) suspendido de una barra que otra persona con un mayor desarrollo muscular, que por otro lado no tenga grandes problemas para mover pesos de más de cien kilogramos en ciertos ejercicios.
La explicación está en el peso que tienen que desplazar cada uno al contraer su musculatura. Así la persona más ligera tiene que mover mucho menos peso que la otra más fuerte y en este sentido la reducción de la carga compensa a su falta de fuerza.
Por eso cuando nos planteamos el inicio de un entrenamiento para el desarrollo de la fuerza muscular es fundamental diferenciar si la actividad física a la que queremos orientar nuestra fuerza está dirigida a movilizar algún objeto externo o a movilizar el peso del cuerpo, en cuyo caso el objetivo no sólo sería el desarrollo de la fuerza, sino el mantenimiento o descenso del peso corporal.
Las actividades físicas que consisten en desplazar o vencer una resistencia externa se denominan de fuerza absoluta, porque en ellas sólo se tiene en cuenta la fuerza de los músculos. Así cuando levantamos una barra desde el suelo no nos va a perjudicar en absoluto el peso de nuestro cuerpo e incluso nos va a beneficiar aportándonos más estabilidad para controlar posibles inercias.
Por otro lado la fuerza relativa sería la fuerza aplicada en el movimiento del peso del cuerpo. Aquí el peso corporal del individuo cobra gran importancia porque en la medida que este aumenta el rendimiento de la musculatura va a disminuir (ya que aumenta la carga a desplazar).
Este concepto surge de la necesidad de comparar la fuerza en sujetos de distinto peso. Para su calculo vamos a dividir la fuerza muscular absoluta entre el peso corporal del deportista.
La fuerza relativa aparece en todas las actividades en las que existe un desplazamiento del cuerpo (correr, fútbol, etc) o una movilización de su peso (saltos, trepa, etc).
El entrenamiento de la fuerza puede traer consigo un aumento de peso al desarrollar la masa muscular y esto puede ser perjudicial si la fuerza tiene que ser aplicada para mover el peso del cuerpo.
Por eso en los deportes en los que se busca la mejora de la fuerza relativa se organiza el entrenamiento para buscar el mínimo crecimiento muscular posible dentro de la mejora de la fuerza.
Así al correr, saltar, trepar, etc nos interesa desarrollar nuestra fuerza, pero también pesar lo menos posible.
Sin embargo en los deportes de fuerza como en las distintas disciplinas de lucha, la halterofilia en los que un mayor peso corporal nos puede beneficiar, se establecen categorías de peso para evitar que el exceso de peso sea un elemento desequilibrante, porque en boxeo un peso mosca jamás tendrá nada que hacer con un peso pesado.
De esta manera, igualando pesos obligamos al deportista a aumentar también sus niveles de fuerza relativa respecto a sus competidores para poder ganar ventaja, aparte de tener que enriquecer su repertorio técnico, táctico y estratégico.
Por eso es difícil encontrar, salvo el sumo, algunos puestos especializados del rugby orientados a cargar en las melés, así como en la práctica del culturismo (aunque en este caso la finalidad es simplemente estética), y seguro que alguna especialidad más que ahora mismo no se nos ocurre, una actividad deportiva que fomente el crecimiento indiscriminado del peso como fórmula para ganar ventaja competitiva.
La mayoría de las actividades físicas necesitan aplicar la máxima fuerza con el mínimo peso posible porque en general la fuerza no se aplica aisladamente, y el aumento de peso también perjudica otras capacidades como la agilidad y la resistencia, a parte de ser problemático para la salud a largo plazo.
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