¡Lo tengo muy claro! Te has concienciado de la importancia de comer de una manera adecuada y de no picotear entre horas y has decidido ponerte manos a la obra.
Gracias a tu gran voluntad y determinación te haces un pescadito a la plancha con ensalada para comer y todo va estupendamente, pero llega la tarde y estás tranquilamente en casa viendo la televisión esperando irte más tarde al gimnasio.
¡Tengo hambre! De pronto empiezas a sentir un hambre atroz y acudes a la nevera. Tienes unas maravillosas manzanas verdes pero al lado de una estupenda tableta de chocolate con almendras. Aparece la duda, lo suyo es que me coma la manzana porque va a ser mejor para mi plan alimenticio, pero tengo mucha hambre y el chocolate me lo va a quitar más rápido, además que me apete.
¡Inevitable! Al final optas por el chocolate, entre otras cosas porque ya está comprado y si no te lo comes se desperdicia. Ya retomarás en la cena o por la mañana las buenas intenciones y es que ante todo uno va a comer de aquello que tiene en casa no aquello que no tiene. Si la tableta de chocolate no hubiera estado en casa no hubiera sido alternativa para la manzana, de ahà que lo primero que hay que controlar es lo que compramos.
¿Qué hago entonces? En este sentido, el ánimo en el supermercado a la hora de escoger los alimentos no es el mismo cuando tienes hambre y que cuando estás saciado.
Si compras antes de comer es más fácil que caigas en la tentación de comprar dulces, aperitivos y alimentos en principio más atractivos pero más nefastos para tú salud y si compras recién comido vas a ser más cerebral y comprar lo mejor para tú salud.
Nuestro consejo es que compres después de haber comido o merendado si trabajas para evitar las malas tentaciones.
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